— Hola ¿Me podría decir cómo salir de aquí?
Siguió hablando.
— ¿Hola?
Fui hacía ella, pero al intentar tocarla siguió caminando.
— Escúchame.— dije llorando. No se inmutó —Por favor— La grité. Nada. Tal vez debía escuchar primero lo que decía ella para que ella me escuchase a mí. Hablaba en italiano, rápido. Hice todas mis fuerzas para poder escuchar y entendí:
“Como quien deja un rastro de cenizas a su paso
y luego culpa al infierno
de haberla negando las quemaduras
e insulta al pasado por desvanecerse,
insensible como una cicatriz
o como el invierno
a menos tantos grados de ti
que uso el humo de los cigarros
para disimular el vaho de que no estés aquí
al alcance de mi boca,
a un beso de distancia
a un buenos días de algo así
como la felicidad. “
Lo reconocí al instante era una cita de un invierno sin sol de Escandar Algeet, corrí a por ella, necesitaba llegar, preguntarla por la salida, que me contestase. Pero en ese momento giró la calle, corrí más rápido,pero nada, no había nadie, como si hubiese sido irreal. No estaba loca, la vi, lo olí, la escuché. Me senté en el suelo, empecé a jugar con el mechero y me puse la llama pierna, me quemé.
*
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