En ese
momento recordé exactamente lo que me dijo “Joder, Nina no fumes, tus labios
son demasiado frágiles para que se pose un puto y simple cigarrillo sobre
ellos”.
Me enfadé
conmigo misma, era inútil pasarme el día recordándole mientras que yo ni si
quiera estoy segura de que para el siga existiendo. Decidí dejar esos pensamientos perjudiciales
a un lado.
Cogí el
i-pod puse la música lo más alto posible, escuchar a Lana del Rey era lo único
que me tranquilizaba en momentos así.
Di una
calada larga al cigarro. Me jodía saber que estaba lloviendo y yo no hacía nada
para evitarlo, me sentía como aislada de todo, o de todos, claro que sentía la
lluvia caer sobre mí, claro que podía mover los dedos y claro que podía ver
como mis converse rotas y sucias se empapaban bajo la lluvia, pero
¿Técnicamente eso es estar viva? Yo rotundamente no me sentía así.
Noté como
vibraba algo en mi bolso, empecé a buscar y saqué el i- phone ni si quiera pude
ver quién me llamaba, me lo acerqué lo
más rápido que pude en la oreja.
-¿Si?
-¿Dónde coño
estás?- Reconocí esa voz al segundo, era Agata mi hermana.
-Aquí, con unas amigas.- mentí.
-¿Estás
viendo la que está cayendo? Ven para casa ya.
-Si ahora
iré… - La colgué antes de que me echara la culpa de todo. Mire a mi alrededor
para ver el primer tramo de tierra más o menos firme, bajé de la roca de un
salto. Ya me sabía el camino de memoria, incluso sabía el tiempo exacto que
tardaría en llegar a casa.
Estaba
harta, Agata se creía que era mi madre, cosa, que era todo lo parecido a ello,
vivía con mis hermanos a las afueras de Chioggia, un pueblo de unos 50.000
habitantes situado a las afueras de la provincia de Venecia.
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