Todos los
del tren nos estaban mirando, normal no es que fuésemos. Llegó mi parada y
bajamos Calpurnia y yo.
—Hablamos por
whatsapp— dijo Calpurnia desde lo bajo del arcén a todas.
—Eso, eso—
añadí.
Calpurnia y
yo empezamos a subir las escaleras de la boca del tren, estaba atestada, era
hora punta.
—Y… ¿Qué ha
pasado está mañana con Edgar? — dijo intentando sacar un tema de conversación.
Calpurnia
era guapa, muy guapa, siempre vestía con algo de encaje blanco que le pegaban
con sus ojos, eran azules, azules gélidos, tenía el pelo rubio y muy largo,
precioso, la llegaba por debajo de la cintura. Cualquiera la envidiaría.
—Se empeñó
en esperarme.
—¿Y…?
—Bueno, sólo
hablamos eso. —mentí.
—Ahora está raro además me sacó
de un lio, pero me ha metido en otro, dijo que mi tía estaba en el hospital
¿Cómo pudo decir eso? Aquí todo el mundo se entera de todo. —
Cruzamos la
calle, quedaban dos calles a la izquierda, una bajada de escaleras, un pasillo
y estaría dentro. Vivía delante de una especie de puerto que estaba rodeado por
casas, estaba enamorada de las vistas desde mi ventana. Veía el puerto, el mar
a lo lejos y la plaza. Los mejores amaneceres eran en mi balcón cuando hacía
tanto frío que a la barandilla la cubría una fina capa de hielo. Me gustaba
tocar metales fríos, al final acababan quemándome. Un café, un cigarro, la
madrugada y sentir el frío, eso era vida.
Me metí
demasiado en mis pensamientos y no me di cuenta de que Calpurnia me estaba
hablando.
—¿Qué?
— Aún estaba algo aturdida.
—¿Tía?
Siempre estás pensando en tus cosas y no te enteras de nada.
Lo admití,
pues era así. —Bueno, repíteme.
—Que te
llamo para ver cuándo vamos por la noche
— ¿Vas a
venir a vernos entrenar?
—¿A qué hora
es?
—Tenemos que
estar allí sobre las 8:00, seguro que terminamos a las 9:30.
—¿Qué harás
hasta las ocho?
—Deberes—
Mentí. Irme al acantilado, tenía que reflexionar sobre lo que había pasado.
Llegué a mi calle. —Bueno,
nos vemos a las ocho, ¿no?
—Sí ¿Quiénes
entrenáis?
—Cristina,
Angie, Laura, Carla, Bianca y Kim, Geral, Sara, Lois y Abigail.
—Bien, bien
¿Hablamos?
Joder, pues debo admitir que eres una brillante escritora con unos sentimientos puros y reales. Se nota que has pasado por cosas malas y ha costado hacerse la idea de que nunca volverán a repetirse. Este libro es perfecto, casi tanto cómo tu. Me encanta leerlo, por favor no pares de escribir, veo que tienes un gran futuro de escritora por delante... te quiero cielo.
ResponderEliminarEs genial leer algo así de alguien como tú, un placer.
EliminarAida amor, tienes razón, Nina es la mejor y se me hace imposible dejar de leerla, es increible.
EliminarYo es que creo que os amo.
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