Me senté y
caí en la cuenta de lo que acababa de hacer. Había quedado con él. Nina mal,
vas mal.
Carla se
giró y me interrumpió en lo que estaba pensando.
—Tomad
precauciones, eh.
—¿Cómo?
¿Pero qué dices Carla?
—Ya sabéis a
lo que vais.
—No, ni si
quiera le soporto—entro el profesor.
—¿Entonces
porque quedas con él?
—Porque soy imbécil.
—Bueno, como te vuelva a hacer daño te juro que le mato.
—Solo vamos a hablar, Carla.
—Ya, ya— Puso los dedos como si fuera una pistola y apunto a
la mesa de Edgar, ahora vacía.
Estuve en clase pendiente del móvil pero nada. Ningún
mensaje. Ni uno. El día pasó lento ya que no hice otra cosa que esperar un
mensaje que no llegaba. Mírate Nina tú ánimo depende de un simple mensaje suyo.
Eres penosa.
Cuando volví en tren con todas llegó—“ Paso a recogerte a
las 6.00” — No le
contesté. A esa hora estaría preparada y ya. Hablamos sobre la fiesta y sobre
lo que íbamos a hacer el domingo cuando tuviésemos la resaca. Ni siquiera las
escuchaba, siempre iba pensando en lo mío.
No hay comentarios:
Publicar un comentario