—¿Por
qué no te vas con tu amigo el porrero, eh Nina?
—No
me has respondido—contrataqué.
—Te
hará daño. — cambió de
tema—Ya lo ha hecho antes, una chica no sube a un acantilado a llorar porque ha
suspendido un simple examen de matemáticas ¿Sabes? —
estaba enfadado, se le notaba en el tono—Te jodió viva.
¿Por
qué no te vas a tu puta tienda a vender tabaco y no te metes en mis problemas? —me entraron ganas de partirle la tabla en la
cabeza
—
Porque prefiero ver cómo te jodes la vida.
—¿Qué?
¿Mañana volverás pidiéndome perdón? ¿Quieres que te diga por donde me voy a
pasar tus disculpas o te lo imaginas? —le grité.
—Esta
vez no—dijo con voz calmada.
—Pues
mejor. Pensé que estaba bien conocer a alguien que se parece a ti misma, pero
me confundí porque si ni yo me soporto y me odio, con que te parezcas un poco a
mi te odiaré.
No hay comentarios:
Publicar un comentario