Me
abrazó fuerte y no pude evitar llorar. Pasaron al menos diez minutos hasta que
nos tranquilizamos las dos.
Intenté
volver a hablarla ya con algo más de tacto—¿Desde cuándo?
—Hace
un mes.
—¿Por
qué no me lo dijiste antes?
—Pensé
que no querías tener a una amiga que se metía de eso.
—No
eres una amiga, eres mi mejor amiga y no te dejaría por nada ¿Me escuchas? Por
nada.
Empezó
a volver a llorar—La necesito. —dijo
con la mirada perdida.
—No
voy a dejar que te jodas la vida—volví a llorar.—Si tu caes yo caigo
¿Recuerdas? Te ayudaré a dejarlo, no pienso fallarte ahora. — la cogí la cara y la miré. No podría aguantar
que la pasase algo. —Carla, yo
te necesito a ti.
Me
volvió a abrazar
—¿Quieres
que diga a Edgar que no venga hoy y me quedo contigo?
—No,
no ve. —se limpió las lágrimas.
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