—¿Estarás
aquí después?
—No,
voy a estar en la calle.
—Mejor,
así te mantendrás entretenida. Llámame por lo que sea ¿Está claro? Esta noche
te llamaré yo o te buscaré o lo que sea.
Sonrió
verticalmente—Sigues siendo mi mejor amiga—la recordé.
Suspiro
y me dio un beso en la mejilla—Te quiero.
—Y
yo a ti. —cerré la puerta al salir y
me acerqué a Edgar.
—¿Y
esa cara?
—¿Podrías
cambiar de tema? —casi le
rogué.
Pensó
unos segundos—¿A dónde vamos?
—Hoy
te quiero enseñar algo yo a ti. —le
llevé por el camino de la playa, el que más me gustaba a mí. Me resultó raro
ver cómo yo saltaba la valla sin ningún problema y el intentó imitarme pero dio
varios traspiés, supongo que sería por
la práctica. Subimos andando al acantilado y empecé a explicarle—Nunca había
subido a nadie conmigo—el siguió mirando las vistas—Bueno, sé que aquí no hay
muchos árboles, ni una casa, ni un río, ni si quiera hay techo pero me gusta
subir a pensar aquí, sola.
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