Vimos la puerta y allí estaba el, con
su camisa fumando. Carla me empujo cuidadosamente para que fuera a donde estaba
Edgar. Le toqué la espalda, reconocería esa espalda aunque me tirase el resto
de mi vida sin volver a verla. Se giró y me miró de arriba abajo soltó un
silbido y me dio un beso en los labios. Le cogí del brazo.
—Estás preciosa.
—Gracias. —estaba avergonzada.
—¿Hoy vas a ser una “chica mala”?
—¿A qué te refieres?
—¿Qué vas a hacer esta noche?
—Divertirme.
Nos acercamos a donde estaban las
demás y todas me miraron, miré al suelo.
Fuimos entrando poco a poco. El local
era bastante grande comparado con lo que suelen ser aquí los demás locales ya
que simplemente esto era un pueblo, estaba a reventar.
Había música y luces ultravioletas
por todas partes, apenas se podía ver entre tanto humo, era humo blanquecino
así que seguro que de porros. Había un olor intenso a marihuana y a tabaco
dentro, la gente bailaba y había alcohol por todas partes.
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