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viernes, 4 de abril de 2014

Página 81.

—¿Para qué quiero esto?
—Toma—volvió hacer el gesto y las cogí. Abrió la nevera y sacó una cerveza —¿Quieres?
Negué—¿Es por la mañana y me muero de sueño y tú ya estás bebiendo?
Sonrió—¿Quieres dormir?
—Sí.
—Túmbate un rato, vamos a pasar aquí todo el día.
—¿En ese colchón? A saber que tiene.
—Me he tumbado mil veces, lo traje yo, era el colchón de mi cama de abajo.
—¿Seguro?
—Sí. —se dirigió a la sala principal y se tumbó.
—Ven— me cogió y me tiro sobre él. —Regla número uno; nada de zapatos en mi colchón—se incorporó y me los quito.
Tenía razón, tampoco se estaba tan mal. Se levantó y trajo una manta del sofá. Olio a polvo, a viejo, a humedad, pero después de un rato me acostumbré.
Se tumbó a mi lado y me paso el brazo por la cadera.
Sí que tenía sueño porque en menos de veinte minutos me quedé dormida.

                                                      *

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