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domingo, 6 de abril de 2014

Página 86.

Me hice un moño y me dirigí a la orilla metí un pie, dios mido, estaba helada, hize como si no estuviese notando cómo se me congelaba el pie, lo saqué—¿Te vale? —me di media vuelta y me dirigí a la toalla, cosa que fue un intento nulo porque echó a correr a por mí en mitad del camino y me cogió. Al tocarle estaba frío, frío como el hielo. Si él estaba frío empecé a imaginarme cómo estaba el agua, no me costó mucho tiempo averígualo porque ya estaba volviendo a entrar.
—Edgar ni se te…—Antes de que pudiese terminar la frase me dejó caer. Estábamos en pleno invierno, sentí un frío intenso por todas partes del cuerpo. Abrí los ojos y vi que en esa parte del río no hacía pie. Era más profundo de lo que me espera. Saqué la cabeza a la superficie. Estaba tiritando. Me solté el moño ¿Para qué lo quería ya? Seguro que los labios se me están empezando a poner morados, o grises, o algo así.
Me quitó el pelo de la cara y le aparté con un manotazo.            

—Te odio—se rio. A mí no me hacía gracia, me aparté de él y decidí bucear un poco, me haría entrar en calor, además me gustaría ver que había en el fondo. Subía la superficie y volvía a bajar pero nunca me quedaba suficiente aire como para llegar al fondo. Él se limitaba a verme. 

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