Se giró y sonrió—Nina, creo que
deberías saber que se te ve reflejada en el cristal. —empezó a reírse.
Vale, él me había visto desnuda y yo
se lo iba a hacer pagar, fui hacia el armario y cogí otra toalla, se la tiré a
la cara—Creo que tienes que quitarte toda la ropa, para que se seque digo.
Vamos.
Empezó a reírse—¿Me estás vacilando?
¿ A dónde voy yo como si esto fuese un vestido?
—Si no te lo quieres poner de vestido
te lo pones de falda—le dije seria.
—Bueno, como quieras.
Me giré, pero yo no miré a su
reflejo.
—Ya está—me volví a girar—¿Contenta?
—Sí—dije riéndome.
Me volví a sentar en el colchón y
empezó a comer. La regla de “no se juega con la comida” nos la pasamos los dos
por el forro. Estuvimos hablando durante horas. No me preocupé hasta que me
acordé de que me había ido esta mañana de casa y no había vuelto a dar señales
de vida.
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