El
camino de bajada se hizo más entretenido, me hubiese fumado un cigarrillo de
buena gana pero ya no me quedaban. Genial, hoy tendría que ir a la tienda de
Tom y ver a Diego. Estaba pensando todavía cuando llegamos a la moto.
Echaba
de menos estar en ese lugar y ni si quiera me había ido. Miré hacia atrás.
—Volveremos—me
aseguró mientras se sentaba en la moto—Venga, sube.
Esta
vez no dude y me subí a la primera, antes de que arrancase me aseguré de que me
hacía caso—al instituto, eh. —asintió
y aceleró. A esa hora del día ya había más tráfico. Me hubiese gustado seguir
sola, me sentía como Alicia en el país de las maravillas, pero me estaba yendo
de ese país y volvía al país de las pesadillas. Qué asco.
Llegamos
al instituto y todavía quedaban diez minutos para que empezara la última clase.
Llamé al portero y abrieron la puerta. Subimos las escaleras de la mano y nos
sentamos en el pasillo a esperar.
—¿Después
te llevo a casa?
—No,
voy con ellas.
—Como
quieras.
Pasó
un profesor y se nos quedó mirando.
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