El
café estaba horrible, miré detenidamente el humo que salía de él. ¿Qué coño era
esto? Al final opté por que era agua del váter con colorante y algo de tierra
de a fuera. Eché cinco azucarillos para intentar disimular el sabor y me
maldecí por haber desaprovechado uno tirándolo sobre la mesa.
—Te
gusta dulce, eh. — Dijo
Edgar mientras el líquido de la clara del huevo del sándwich se desparramaba
por sus labios.
—Sí—Mentí. No quería hacerle el feo ya que el café lo había pagado él. Así que hice acopio de valor, y cómo un chupito, me lo bebí de un trago.
—Sí—Mentí. No quería hacerle el feo ya que el café lo había pagado él. Así que hice acopio de valor, y cómo un chupito, me lo bebí de un trago.
Cogió
un par de servilletas y envolvió el segundo sándwich —Luego me lo agradecerás—Aseguró.
Se guardó el sándwich y se puso en pie. Se puso enfrente mía —Vamos, yo te
llevo— Se dio la vuelta y me acercó su espalda. Me subí a caballito, y eché la
vista atrás, el local estaba completamente vacío, pero la camarera me sonrió como
símbolo de despedida, intenté devolverla la sonrisa, eche la cabeza hacia
delante y me posé en el pelo de Edgar, olía tan bien, respiré fuerte. —¿Volveremos? —Rompí
el silencio.
—¿Por
qué? ¿Te ha gustado el café? —
intentó mirar hacia atrás.
—Algo
así— Mentí. Me había gustado que la persona con la que me lo había tomado había
sido con él.
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