—Pues
entonces claro que volveremos, las veces que quieras, es más firmaré un
contrato en el que ponga que todos los días te estaré esperando en la salida
para traerte aquí después de clase
Reí,
pero esta vez era una risa sincera. Le quería, le quería más que a nada en el
mundo, me encontraba bien, sí, a pesar del maldito café.
*
Cuando
llegamos al centro de Venecia, faltaba al menos 20 minutos para que el autobús
lo hiciese. Nos pusimos a bailar y a gritar como descosidos en medio de la
calle cuando puse la canción “A sky full of stars” de coldplay.
Al
reunirnos todas intentamos bajar el precio estimado de lo que pedían por
llevarnos hacía la isla en barca. El conductor se negó rotundamente al saber a
dónde queríamos ir, las cosas se solucionaron cuando Calpurnia le puso ojitos.
Y
allí estaba, es una barca, con unas 14 chicas a las que a todas las debía la
vida y con el mejor chico del mundo sosteniéndome la mano yendo hacia donde
nadie se había atrevido a ir por una estúpida apuesta de hace unas semanas.
A
Daira se la veía ilusionada. Mi bienestar acabó cuando vi la cara de Carla,
estaba pálida. Abandoné mi sitio al lado de Edgar y me acerqué a ella.
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