Sobre la una
ya estábamos en el centro de Venecia. Esta vez Carla iba en la moto de uno de
los chicos que conoció en la isla, así que no estaría sola. Me subí a la moto
de Edgar a regañadientes, aún estaba enfadada. Durante el viaje fui poniendo
caretos con Carla y haciendo señas de moto en moto. Hasta que paramos en una
gasolinera. Bajé del asiento y me dispuse a ir donde estaba Carla pero Edgar me
frenó.
—Nina,
espera ¿Cuándo dejarás de estar enfadada?
—No lo sé.
¿No puedes ni comportarte ni un día? La noche de ayer al menos para mí fue
importante, no como tú que te habrás follado
¿a cuantas? ¿cinco tal vez? —agachó la cabeza— ¿Más? ¿Enserio Edgar? ¿Diez? ¿Sabes qué?
No me contestes porque si te soy sincera prefiero no saber la respuesta.
Se echó el
pelo para atrás, y cuando me iba a dar media vuelta dijo —¿Puedo hacer algo?
— Terminé de dar la vuelta.
Carla y Hugo habían escuchado toda la pelea. Miré a Carla y abrió bastante los
ojos. Me quedé girada unos instantes. Sonreí. —Bien, déjame la moto. —
—¿Estás
loca? — me giré y le
miré mal— Vale— se resignó— Pero solo en el aparcamiento.
Cogí las
llaves —Dime cómo funciona esto—
—¿Qué? ¿Ni
si quiera has conducido nunca una moto? — Se quedó incrédulo.
—No. — Dije con sinceridad.
Temía por su
moto, y era lógico dejándola en mis manos. Me dio unas pequeñas clases en las
que no presté atención.
Cuando se bajó, me dispuse a subir —Ten cuidado por
favor. —
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