Subí de
nuevo a la moto— Por favor, no me digas que he roto muchas cosas. — Ahora era él el que estaba enfadado—
¿Sabes? Ya te he perdonado— Intenté arreglarlo. Le sonreí y le besé. Dejó de
estar enfadado.
—Prométeme
que te mantendrás viva por lo menos hasta que lleguemos a tú casa.
—Lo intentaré— Reí.
Durante todo
el viaje me mantuve con un dolor de cabeza terrible, por lo tanto también
estaba mareada, sólo que no quería confesárselo. Llegamos a la puerta de mi
casa y tropecé al bajarme de la moto. —No has cumplido la promesa, te has caído
antes de llegar a tu casa. — Se rio de mí.
Puse los
ojos en blanco, bajé mis cosas y abrí la puerta de casa. —Morena— gritó desde
la moto. Me giré— Esta noche hay una fiesta, la ha organizado tu hermano, es en
la playa ¿paso a recogerte esta noche?
—¿Qué? ¿Qué
mi hermano a organizado qué?
—Una fiesta—
repitió extrañado.
—
¿Y
mis hermanas? —Me
dispuse a girar la llave la última vez para poder entrar.
—
Espera,
¿entonces vas?
—
Por
su puesto que voy, le tendré que decir un par de cosas a mi hermano.
—
Luego
te llamo. — No le
contesté.
Oí como
arrancaba la moto y entré en mi casa. La casa estaba echa una basura. Cleo y
Rebecca estaban en bragas saltando en el sofá mientras cantaban, mientras las
paredes estaban llenas de pinturas infantiles y espaghettis con tomate .
La cocina estaba echa un desastre y no quería imaginarme como estaba la parte
de arriba. Cuando me vieron entrar Rebecca se sentó en el sofá rápido y se hizo
la dormida.
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