Dejé la
carta sobre la mesilla y cogí el móvil. 24 llamadas pérdidas de Carla. 17
llamadas pérdidas de Diego. 5 llamadas pérdidas de Edgar. Por ahora, no pensaba
contestar a ninguno, y mucho menos llamarles yo.
Entré en
WhatsApp, tenía la bandeja de entrada llena, me quité la foto de perfil junto
al estado para que cogiesen la idea.
Me tomé
tiempo en arreglarme, porque sinceramente, no tenía nada que hacer, nadie a
quién hablar.
Comí con
tranquilidad y sin prestar mucha atención, quería despejarme pero no podía ir
al acantilado porque cabía la posibilidad de que Diego estuviese allí. Maldito
Diego. Dije para mis adentros.
Escogí la
playa, la playa es grande, no creo que se pasen kilómetros y kilómetros
buscándome. Al salir sonó el móvil. Edgar. Por pura malacostumbre se lo cogí.
—Hola. —Tenía la voz ronca. No le contesté. —Hoy
no has ido a clase.
Esperé unos
segundos—Ya.
—Escucha…discúlpame
lo de ayer fue una tontería. No me hagas repetir esto de nuevo. Sabes que odio
arrepentirme de lo que hago.
Me di una
tregua para pensar algo que decirle —Una tontería pero bien que bailabas con
otras —Suspiró— Si tan pesada te parezco no sé para qué
llamas.
—No es
solo que tú te pones a besarte con otro tío y el único que tiene la culpa de
esto soy yo, ¿no?
—Es
que lo mío fue sin querer, lo tuyo no.
—Sí,
ya claro, sin querer, oh cariño, he besado a otro, pero ha sido sin querer,
cariño, me caí accidentalmente encima del pene de otro y ahora estoy
embarazada, pero ha sido sin querer. Claro Nina, tiene muchísimo
sentido.—Puso voz de estúpido.
—¿Sabes
qué ha sido sin querer? ¿ Y sabes también lo que tiene mucho
sentido? Tú. Ahora media neurona intenta entenderlo.
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