Cogí la caja
y extendí mi chaqueta en el fondo, puse a Taylor con cuidado y me lo llevé.
Debía andar bastante rápido porque ya llegaba muy tarde.
Al llegar
Cristina estaba allí. Sonreí. Me acerqué a ella —Mira lo que tengo— Le mostré
la caja.
—Pero qué
cosa más mona. —Sonreí.
—¿Cómo se llama?
—Cristina—Dije seria.
—¿Enserio? —Le acarició
—No—Reí—Taylor. —Acompáñame a llevarlo a mi casa.
No hace falta añadir lo contenta que se puso Rebecca al ver
que llevaba un gatito a casa. Preparé comida para el gato y la serví en el
suelo. Lo hice lo más rápido que pude, tenía un día largo por cumplir con
Cristina.
—*—
Llegamos por un camino diferente del que me llevó Edgar en su
día. Lo sé porque me estuve fijando todo el viaje.
No me hizo falta hablar con Cristina en toda la caminata,
creo que ella era demasiado tímida cómo para hablar la primera.
Empezamos a ver mucha más vegetación que hace unos minutos.
Las vacaciones de invierno ya estaban a la vuelta de la
esquina y las plantas del suelo estaban cubiertas por una pequeña capa de
hielo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario