Al cabo de un rato vi como un poblado abandonado,
absolutamente todo estaba hecho de madera.
—Parece… americano —Comenté.
—¿Verdad?
El pequeño pueblo estaba rodeado de una vaya de madera que
media alrededor de medio metro, la mitad de las vayas estaban rotas, y la
pintura ya estaba corroída pero aún se notaba cual era el camino principal.
—Entremos. —Tragué saliva.
Había casitas con porches de madera y vidrieras, muchas de
ellas estaban rotas. El camino tenía graba por encima y no se oía nada más allá
de los animales y las hojas moviéndose por el aire. Me recordaba tanto al
oeste, a esas películas que le gustaban tanto a mi abuelo, que veía con el
emocionada.
—Esto está abierto— Apoyé la palma de la mano sobre una
puerta y entré. Estaba lleno de polvo, papeles amarillentos por el suelo,
armarios tirados y escombros. —¿Cómo no me habías contado esto? —Se encogió de hombros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario