—Nunca he visto a chicas por aquí, normalmente sólo hay inútiles que
rompen todo lo que se encuentra a su paso. —Se acercó a nosotras y contuve la respiración. Se aproximó
más hacía mí y dirigí la mirada hacia otro lado. Me levantó la barbilla con la
punta de la escopeta y me inspeccionó. Le pude mirar bien la cara y tenía una
barba poco cuidada pero afeitada al fin y al cabo, los ojos eran claros, pero
tenía la cara sucia.
—Oiga ya nos íbamos —me cogió
Cristina del brazo.
—No— Y la apuntó con la escopeta a ella—¿Creéis en fantasmas? —Sonrió.
—No —Dijo Cristina
—Si— Me atreví a decir.
Bajó la escopeta, me miró y se rio —Buena chica. — Noté como Cristina me pegaba una
patada. — Qué mal educado soy.
— Me extendió la mano— Me llamo
Billy. —Acerqué mi mano a la suya, era una mano áspera, se notaba que había
trabajado —Qué mano más suave— Se quedó sosteniéndola. Intenté sonreír. —Venid,
no es buena idea que os quedéis aquí. — Se dio la vuelta.
Cristina se acercó a mí. —A la de tres salimos corriendo.
—Como salgas corriendo te pegará un tiro en la cabeza— La dije calmada.
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