Fui hacia la orilla congelándome y viendo nadar a Cristina.
Quería secarme antes de ponerme la ropa. Al cabo de unos minutos ella salió.
—Dios mío, estoy congelada.
—Cogeremos una pulmonía, tranquila—Reí. Cristina se veía más
alta sin ropa.
Sacó una toalla de su mochila. — O sea , ¿cómo? ¿por qué?
—la pregunté.
—Sabía que te gustaban los ríos e imagine que pasaría algo
parecido.
Me echó la tolla por encima—¿Tienes otra? —Negó—Sécate tú, es tuya. —Me la
quite y se la eché por encima, tuve que ponerme de puntillas para llegar a sus
hombros.
Me la volvió a poner —Tú estás en proceso de hipotermia, yo
aún tengo calor en el cuerpo.
Me negué completamente. Me empezó a secar el cuerpo, eso sí
que fue incómodo. Me estaba muriendo de vergüenza.
Cuando acabó la sonreí, se la pasé por encima, de nuevo, y me
fui a vestir, la lleve su ropa.
De verdad, esta chica estaba preparada para todo. La presté
una goma para el pelo y ambas nos hicimos una coleta. Las dos teníamos los
labios morados, yo no sentía absolutamente nada del cuerpo. Subimos a paso
rápido y cuando vi el fuego me alegró la noche, me senté lo más cerca posible
de él, estaba tiritando.
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