—¿Qué tal el agua? ¿Calentita? —Rio. Me castañeaban los
dientes. —Iré a buscar más leña—se marchó riendo.
Cogí un par de palos y puse a secar la toalla, que estaba
bastante mojada.
Cristina estaba sentada como un indio y me senté en sus
piernas—Dame calor—casi supliqué. Me prestó una de sus chaquetas y me la
abroché hasta la barbulla, apoyé mi cabeza en su hombro y la di un beso en la
frente—Gracias, por todo lo que has soportado hoy por mi culpa.
—Ha sido el día más entretenido de mi vida—Se rio y la
sonreí.
Billy volvió con los brazo llenos de leña y nos explicó donde
se podría coger más, después de eso se fue a dormir la mona.
—Menudo pedo lleva—comenté a Cristina. Ahora por lo menos
sentía los pies. Sinceramente, si no llega a ser por este hombre no sé ni cómo
hubiésemos acabado las dos. —Tengo hombre—me quejé cuando me sonaron las tripas.
Cristina me apartó con cuidado y se fue a buscar algo a su
mochila. Pero bueno, ¿esta chica qué coño tiene en la mochila?. Sacó varias
cosas; una manzana, un bocadillo y varias bolsas de guarrerías.
Yo no tenía comida
ya que se la había comido Billy. Me ofreció una bolsa y comí en silencio.
La manta en la que estábamos sentadas estaba llena de
ramitas, de piedras y de todo. Me levanté y la limpié. Desperté a Billy.
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