—Cuidado con las serpientes—se rio y se volvió a dormir. Miré
a Cristina y me reí. Volví a extender la manta en el suelo y le di la toalla ya
seca a Cristina.
—Espero que no pases mucho frío esta noche, la extendí sobre
ella. —Yo sí que iba a pasar frío, y mucho.
—Pero estúpida acércate aquí— Compartió la toalla conmigo y
use mi bolso como almohada. Me abracé a ella ya que era la única manera de
mantener el calor. Se quitó otra chaqueta y me la puso en las piernas. Me dio
la vida con ese gesto.
—Gracias—No paraba de dárselas.
—No hay de qué.
No hablamos de muchas cosas porque las dos teníamos mucho
sueño, a los veinte minutos nos dormimos, primero ella y luego yo.
*
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