Listaa

martes, 10 de febrero de 2015

Página 228.

Fui besando la mejilla a cada persona que se me acercaba y llegó un momento en el que hasta me mareé. Me cedieron el sitio principal de la mesa, entre la abuela y el abuelo de Edgar. Su abuela no era cómo me imaginaba, en cabio su abuelo se parecía más a él.
Busqué a Edgar con la mirada, estaba rodeado  de niñas pequeñas, le estaba diciendo algo en la oreja a una de ellas, y la niña luego procedió a señalarme. Aparté la vista cuando Edgar me miró y me puse más nerviosa aún.
—Otra más en la familia—su abuela habló y la mayoría se callaron. Me cogió de la mano y sonreí—Edgar no exageraba cuando hablaba de ti, eres preciosa cariño. —fulminé a Edgar con la mirada mientras que él me miraba sonriendo con cara de “me estoy descojonando”. Te odio vocalicé a distancia—Nina, ¿verdad? —asentí—A esta edad hija se me olvida todo tan rápido — bajó la cabeza y negó. Me dio algo de pena. —Debes estar helada. —su estado de ánimo cambió en segundos.
Negué —Edgar sabe cuidarme bien—me atreví a hablar y le miré.
—Si es que mi nieto es el mejor, ven aquí a saludar a tu abuela. ¿Qué son esos modales? —Edgar se acercó y la abrazó fuerte ambos tenían hoyuelos al sonreír.

Edgar me indicó que me quitase de la silla y así lo hice, se sentó y me empujó sobre él para quedar encima. Me estaba muriendo de vergüenza. Escuchaba comentarios a mi alrededor de cosas como “qué mono”, “ese es mi hijo” y parecidos.

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