Su abuela le dio una colleja y me reí —Aquí van los
invitados.
—Vale, vale—se frotó la nuca menudo manotazo le había
arreado, su abuela me estaba empezando a caer divinamente.
—Nosotros ya hemos cenado, hija—me gustaba el cariño con el
que me trataba tan pronto—Pero hemos dejado comida para los dos—sonrió. Tenía
los hoyuelos de Edgar, ya lo dije.
Edgar posó la mano
en mi hombro —Vamos—susurró a la altura de mi oído.
—Con permiso—agaché la cabeza y sonreí.
Nos dispusimos a cruzar el salón cuando noté que alguien
tiraba de la manga de mi chaqueta me giré y la vi. Era una niña muy mona de
pelo oscuro—¿Eres la novia de mi primo? —me miró con cara de concentración.
Miré a Edgar y me agaché a su altura. —Hola. —sonreí. No sabía que
contestara la pregunta que me había hecho —Tienes un pelo precioso. —proseguí mientras notaba como la
madre de la niña me miraba también sonriendo. La niña me arrancó de la mano de
Edgar y me llevó unos metros alejada de él. Le sacó la lengua a Edgar y luego
prosiguió a acercarse a mi oído —Puedo contarte cosas de mi primo—soltó una
pequeña risa y asintió—Le gusta jugar a las muñecas con nosotras?
—¿Así? —abrí
la boca y moví la mano. —Qué fuerte, eso no lo sabía yo—puse cara de
sorprendida. Me giré hacia Edgar que me miraba con cara de “me siento excluido”
—¿Cómo te llamas? —dije
sonriendo mientras la colocaba bien la camiseta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario