Listaa

martes, 10 de febrero de 2015

Página 230.

—Avril.
—Bien Avril, me encantará oír todas esas cosas que me tienes que contar—la ofrecí la mano y la cogió. Edgar la subió encima de sus hombros y le agarro las piernas para que no se callase. Le seguí hasta la cocina . La cocina era grande, extensa, tenía una isla en el centro de color negro. Avril me fue contando muchas cosas mientras que Edgar no hacía más que mirarme sonriendo, me preguntaba cosas tipo “¿Los pingüinos tienen rodillas?” a las que no sabía responder. Era bastante lista.
Después de un rato Edgar terminó de comer mientras que yo apenas había empezado a comer por las miles de preguntas que me hacía Avril constantemente.
—Tengo que hablar con Nina, peque—la cortó mientras me preguntaba si los vegetarianos podían comer galletitas con formas de animales, le miré. Asintió y se marchó de la sala, qué obediente. Me chupé un dedo en el que tenía una salsa que no había probado en la vida pero que estaba rica. Edgar apartó el plato para que le mirase. Estaba sonriéndome.
—No toques mi comida, si no te pagaré.
—¿Así?, ¿me pegarás? —me retó.
—Ajá—me cogió a peso y fue al centro de la cocina, donde estaba la isla, me sentó en la encimera
—¿Qué tal? ¿No te han comido verdad?

—Son todos muy amables—asentí y se acercó a mis labios—¿Me quitas la comida para preguntarme esta tontería? —Me besó. Vale, ahora veía una  razón más convincente. Entrelacé las piernas en sus caderas y le devolví el beso con ganas.

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