Listaa

martes, 10 de febrero de 2015

Página 231.

Alguien se aclaró la garganta exageradamente y yo me aparté. En frente nuestra había un chico majete, aunque se le veía con aires de prepotencia.
—No le hagas caso, está más salido que el pico de una mesa—me susurró al oído Edgar y se apartó. Me ayudó a bajarme de la encimera mientras el chico me repasaba con la mirada de arriba abajo, se paró en mis tetas y yo miré hacia otro lado. Edgar se dio cuenta y le dio un golpe en el pecho.
—Tranquilo no toco. —sonrió a Edgar y me volvió a mirar las tetas. Se notaba que era un poco más pequeño que nosotros en cuanto edad. Me subí la cremallera hasta arriba del todo incómoda. Edgar esta vez le dio un guantazo leve en la cara. Miro a Edgar con resignación —Vaya jueguecito más bien formado te has encontrado primo—volvió a sonreír —¿Para cuándo me la dejas?
—No es ningún jueguecito y no te la voy a dejar nunca. —sonreí tímidamente y miré  a mis pies Edgar lucía tan mono cuando se ponía en plan defensivo—¿Por qué no te vas? — Su voz sonaba áspera, escuché pasos saliendo de la sala y su voz se tornó a aterciopelada —Toma—me paso el plato arrastrándolo.
—No tengo hambre—Se me habían pasado las ganas de comer —Estoy mareada— me habían golpeado muchas emociones hoy.
Se preocupó y me sentó —¿Quieres ir a dormir? —asentí.

La familia de Edgar no me dejó ni por asomo dormir en la misma cama con él, supongo que no sabrían que yo y él ya nos habíamos visto todo. Me resigné a meterme en otro cuarto al que Avril me obligó a ir y agradecí honestamente la hospitalidad.

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