Listaa

martes, 10 de febrero de 2015

Página 232.

En el piso  de arriba se notaba el frío y la humedad, las camas estaban tapadas por dos pares de mantas gruesas. La habitación de Edgar me quedaba al final del pasillo. En la que estaba yo era grande, con una litera, una cama de matrimonio y dos comas bajas normales.
—¿Sois muchos aquí? —pregunté a Avril
—Cuando nos juntamos todos sí, esta habitación es para que duerma con mis primos, mis primos y yo jugamos hasta que la abuela se enfada. Esta es mi cama—señaló a la litera de arriba. En verdad, me lo esperaba. —Hoy mis primas no están porque mañana hay trabajo, pero seguro que a la noche dormirán aquí—dijo mientras subía las escaleras. Puse mis manos en su culo para impulsarla, la elevé y subió más rápido. gateó hasta llegar a la almohada. —¿Te gusta mi pijama? —me indicó con las manos y asentí.
Caí en la cuenta de  que mi maleta se la había llevado Edgar, salí dela habitación y llamé un par de veces a la suya. —No tengo ropa—cerré la puerta tras de mí y divisé las paredes de la habitación.

—Sí, ahora te traigo la maleta—salió y miré las fotos de Edgar de pequeño, qué mono. Me senté en la cama, era blandita. Miré sus medallas, abrí la mesilla, calzoncillos, me reí. Levanté algunos y vi un lubricante y varios preservativos. Los alcé en alto, era como el que tenía antes en la cartera. Oí abrirse la puerta y solté todo de golpe, lo coloqué por encima, cerré el cajón y me senté encima de la mesilla. —¿Qué haces? —me miró Edgar.

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