—Santo dios—Claire se llevó una mano a la boca. Yo seguía con
la mirada fija en él. Claire notó la tensión que había entre nosotros dos —Nina,
después vamos a la casa de mi hermana, la tía de Edgar —giré la cabeza hacia
ella— ¿Te gustaría venir?
—Por supuesto—asentí sonriendo. Me devolvió la sonrisa y se
notaron las arrugas en su rostro.
—El médico ha dicho que repose—dijo en tono áspero Edgar.
—Ah bueno…—la sonrisa de Claire despareció.
—Será lo mejor. — dijo Edgar mirándome
—Creo que sé que es lo mejor para mí— le reté y apretó la
mandíbula. La gente cruzaba miradas mientras no decían palabra y disfrutaban
del espectáculo. —Será un placer — cogí de la mano a Claire que me volvió a
sonreír. Edgar se levantó arrastrando la silla, dio un puñetazo en el marco y
un portazo.
—Se le pasará— dijo su madre con una risa nerviosa mientras
salía de la habitación a ver qué le pasaba.
Me acerqué a él —Hola—dije en voz baja. No se me ocurría otra
cosa qué decir.
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