Futuro.
No sé ni a qué hora me había despertado porque sinceramente dormía como un tronco. Estaba tumbada sobre mi hombro y al levantarme me dolió como si me lo estuvieran dislocando otra vez. Me miré en el espejo. Tenía una mancha enorme morada que iba desde mi clavícula hasta parte de mi espalda. La toqué e hice un ruido con la lengua, me dolía tanto. Empecé a hacer ejercicios básicos para acostumbrarme al dolor, pero nunca acababa de hacerlo. ¿Por qué era tan sumamente inútil? Me puse una camisa pensando que así no tendría que levantar el hombro. El problema llegó cuando tuve que abrocharme los botones. No sé cuánto tarde en abrocharme, pero estoy segura que mínimo 30 minutos.
Al bajar todo el mundo estaba comiendo. Saqué el móvil las
15;30 de la tarde. Morí de vergüenza —Se te han pegado las sábanas—sonrieron
todos .
—Sí—comenté. Me senté encima de Edgar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario