Al finalizar la misa todo el mundo quería hacerse foto con “
de nuevo los novios” de modo que Edgar tuvo que ir como único hijo, a lo que me
invitó, y me negué naturalmente.
Salí de la iglesia sin saber bien dónde situarme ni por qué
estaba aquí. Todo el mundo tenía gente con la que hablar mientras que yo miraba
al suelo. Avril me salvó cuando vino a hablarme. La verdad, tenía mucha
vergüenza.
—Estás preciosa Avril—coloqué su diadema de flores blancas y
azules de nuevo. Llevaba un vestido azul caribe demasiado bonito. La cogí de un
brazo e hice que diese una vuelta sobre sí misma mientras silbaba —Simplemente
hermosa— me dio un beso en la mejilla y su madre vino a abrazarla para después
cogerla de la mano.
—Hola—me sonrió y le devolví la sonrisa como pude. —Venga Avril , están esperándote para
hacer la foto— me despidió con la mano y se le cayó la esclava de oro al suelo,
la recogí despacio y al levantar la cabeza vi a toda su familia posando para la
foto. No pensaba interrumpir así, guardé la pequeña pulsera en mi bolso para
que no se me perdiera y luego poder dársela.
Otra vez sola. Suspiré. No tardaron mucho en salir sus padres
de la iglesia, la gente gritaba y aplaudía, mientras yo me dedicaba a sonreír
por puros modales. Varios granos de arroz me entraron en el top, mientras que
la gente miraba salir a la pareja yo me dedicaba a quitarme granos de arroz del
canalillo, qué poético. Al levantar la cabeza vi a varios hombres pendientes
del espectáculo que estaba dando y me sonrojé.
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