—Lo mejor será que nos vayamos—me cogió del pecho para que me
apoyase en él.
—Puedes llevarme y volver, cogeré un bus y…
—Para, para , para— negó— no te puedes ir— se acercó más a mí
—Paso de esto. — susurré
—No puedes irte—repitió
—¿Me lo impides tú? —alcé una ceja
—Sí…—sonrió.
—No sé—bajé la cabeza— De verdad, no sé… Por ahora voy a irme
y ya pensaré…—dejé caer.
Se puso la chaqueta en el hombro y me abrió la puerta —Bien,
vámonos—sonrió. Salí antes que él y tuve que aguantar muchas miradas hasta que
salí del recinto. Empezamos a andar sin rumbo alguno y acabamos sentados en una
piedra.
—Me duelen los pies— me quejé
—¿Estás mejor?
Asentí despacio—Esto es bonito— Todo era campo y el camino
era surrealista, me recordó a Alicia en el país de las maravillas, como si el
conejo me estuviese incitando a caer por un agujero. Él asintió en respuesta—Estás
como para hacerte fotos, enserio, te veo más guapo de no normal— me puse roja
al admitirlo e hice justo lo que había dicho. Fotos. Cogí su móvil. No tendrá
tanta calidad como una cámara profesional, pero quedarían bien —Pon tu mano en
el pecho— le iba mandando. Estaba bastante guapo y más cuando le hacía reír y
le pillaba haciéndolo en la foto. Creo que hice más de cincuenta y me quedé con
todas. Puse una que me gustó bastante de fondo —¿Te agradan? — le pregunté.
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