—Parecemos un matrimonio — reí. Ya tenía la cara limpia por
completo.
Se rio a la par y empecé a desvestirme — ¿Qué tal va ese
hombro?
—Bien— no lo sabía a ciencia cierta.
—A ver esas heridas del abdomen— se las mostré y tocó con
cuidado.
—Todo el mundo me miraba a las heridas en vez de a la cara —fui
sincera y me quité la parte de abajo.
—Han desperdiciado la ocasión de ver lo más bonito del mundo,
pues —sonreí ante ese comentario y me quité el sujetador.
Ambos nos pusimos el pijama y nos metimos en la cama, apagué
la luz.
—Día largo—comentó. Entraba una luz tenue con la podía verle
sin mucha claridad.
—Estabas muy guapo vestido así— sonreí y me apoyé en su
pecho. —No puedes imaginar lo que me duelen los pies.
—Imagino…— poco después se quedó dormido. No roncaba pero
tenía una respiración pesada.
Apoyé la cabeza en la almohada y analicé lo que había pasado.
Al menos Edgar no me mintió cuando dijo que no vería a la estúpida madre de
Avril.
La verdad es que estaba muy cansada como para seguir pensando
y me deje dormir.
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