—Supongo que un McFlurry anima a cualquiera — miré al
contenido riendo.
Llevó una cucharada a su boca —Te tomo la palabra,
¿chocolate blanco o negro?
—Chocolate blanco siempre — dije tomando un poco del
principio —Acabaré empachada — gemí.
—Come y calla — me metió una cuchara en la boca y reí.
—Tenemos que ir a por la tabla a mi casa, luego nos
secaremos andando porque se te ha ocurrido esta memorable idea de hacer que me
ponga por malas de todas las maneras posibles — dije señalando el helado.
—Nina, la planificadora — hizo un título con las manos
que parecía más una señal de un arcoíris.
Negué y comí — Nunca suelo planificar nada, tal vez
por eso me ha ido tan mal hasta ahora —admití — Que las cosas salgan y sean
como tengan que ser —me encogí de hombros — Pero me tentaste al darme la idea.
—No entiendo.
—Nunca me entiendes — rodeé los ojos — No planifico — repetí
— Me gusta llevarme las cosas, así, de golpe. Eso sí, lo que no me gusta es la
incertidumbre — removí el helado poco convencida con la cuchara — Me refiero a
las sorpresas que no son sorpresas — puso una cara extraña — No me gusta que me
digan que me van a hacer una sorpresa porque me comeré la cabeza, querré que me
digan qué es la sorpresa. En cambio, si me hacen la sorpresa sin que sepa nada
en el momento, me gusta. Que las cosas no sean claras y evidentes, eso quiero
decir. —asintió llevándose más helado a la boca .
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