Carla interrumpió mi hora de siesta y me obligó a vestirme en condiciones para
salir, sin saber si quiera dónde íbamos. Estaba cansada por la semana que había
pasado con Edgar, no me habían dejado aflojar ni un minuto, por otra parte me
entretenía y me venía bien. Lo conté a Carla sobre mi trabajo hasta llegar al
sitio acordado que acordé con Cristina para vernos. Me sonrió y la abracé
fuerte.
—No sabía que vendrías con nadie más — llevaba el pelo rubio
recogido en una trenza.
—Y a muchas más vas a conocer — reí.
—¿De verdad? No se me da bien hacer amigos…lo sabes — miró al
suelo.
—Tranquila— la cogí de la mano y la sonreí.
Durante todo el camino Carla y yo hablamos mientras Cristina
no cruzó palabra, pero no la solté de mi agarre en ningún momento.
—Es muy callada— me susurró Carla.
—Cierra la boca, porque tú no puedas mantenerte callada más
de cinco segundos no significa que los demás deban hacer lo mismo — me reí y la
besé en la mejilla, miré a Cristina dándola conversación —¿Qué tal estos días?
No hay comentarios:
Publicar un comentario