Parecía que
había matado a alguien, bien se sabe que cuando te sale sangre y te echan agua
parece que tienes el doble cayendo.
Si un
tiburón andaba por la zona ya estaba bien informado de que alguien estaba
sangrando por aquí.
Tiburones,
venid. Rocas, rompedme. Corales, rajadme. Yo ya no estoy viva de todas formas.
Creo que
fue ahí cuando me caí cayendo a un agujero en el agua y mi pie se quedó
atrancado entre dos rocas.
O me
quedaba allí toda la vida, o tiraba y me desgarraba la piel.
Gemí al
intentar moverlo, apuesto mi casa a que me había torcido el tobillo -Sé una
leona- dije en voz baja cerrando los ojos e intentando calmarme. Cogí mi muslo
derecho con las dos manos y tiré de él mientras me mordía el hombro para no
llorar, ni si quiera gritar. -Mierda- dije derrotada sin aún salir por completo
de ahí. Me tiré al agua para abrir los ojos y ver el estado de mi pie. No se
veía la gran cosa. Sólo una mancha de sangre y ligeramente una extremidad.
Suspiré
coloqué mi brazo sobre mis dientes y pegué el tirón de mi vida. El pie salió.
De lo que no estoy segura es de que saliese con todos sus huesos. Dejé mi brazo
mordido a un lado y sollocé un poco, para sentarme en la piedra cortante y
levantar mi pierna temblando.
Ya no eran
heridas superficiales. Parte de mi piel estaba abierta, separada completamente,
creo que fue más al verlo que empecé a marearme.
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