Me eché lo
máximo posible contra la pared recogiendo mi pierna malherida, que no hacía
caso a lo que la mandaba mi cerebro.
Me
acurruqué abrazando mis rodillas y temblando notando la roca fría y maciza en
mi espalda y mirando al agua, al que te engañaba con su apariencia y te mataba
con su fuerza.
Temblé y me
abracé más fuerte mientras decidí mirar a mi cuerpo, por primera vez en la
superficie.
Realmente
no creía que estuviese echando tanta sangre, el agua me ayudaba a mantener a
raya toda la mancha que roja que salía de mi cuerpo, él me engañaba. Pero al
salir a la superficie las heridas comenzaron a sangrar de verdad.
Parecía que
estaba en Halloween y me había echado un cubo por encima de sangre falsa. No
había lugar en mi cuerpo que no sangrase.
Dejé de
preocuparme parcialmente por los cortes superficiales y me fijé en mi pie.
El que no
tenía mejor pinta que antes. Mordí mi puño al sentir otra arcada y giré mi
cabeza hasta el charco por si mi cuerpo decidía volver a vomitar.
Y lo vi.
El llavero
descansaba como si nada en uno de esos charcos que habían traído la marea.
Gateé y lo cogí en mi mano, sosteniéndolo en una palma muy temblorosa.
Creo que
sonreí. No estoy segura.
Volví a mi
posición, viendo como mi ropa interior, anteriormente blanca, ahora estaba
completamente teñida de rojo.
Besé el
llavero una y otra vez mientras temblaba y miraba al frente, esperando que la
pequeña poza natural se calmase, pero no ocurría, cada vez las olas golpeaban
más fuerte y salpicaban hasta mi lugar, haciéndome inclinarme incluso más hacia
la pared, cómo si ella y yo estuviésemos unidas en verdad.
Reí
maniáticamente- ¡Lo hice!, ¡Lo hice! - repetí apretando el objeto en mi mano.
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