Listaa

martes, 20 de octubre de 2015

Página 516.

¿Y quién baila sin música?, ¿Y quién sueña sin dormir?, ¿Y quién sonríe al demonio y coge su mano cediendo a sus encantos?
Hasta este punto el paso del tiempo me había hecho fuerte y culta. Hasta llegar a hoy en día, en que alguien decidió borrar la cuenta, empezar de cero, tirarme de los andamios y hacer que me jodiese de nuevo.
"No Edgar, no quiero esconderme porque te de vergüenza andar conmigo" Habría dicho.
"No Edgar, si no te gusta estar con la chica callada y cabizbaja de la clase sólo vete y déjame sola" Habría emitido.
"No Edgar, si ni si quiera me miras cuando paso por tu lado en clases o en los pasillos, y te ríes de mí con tus amigos, mejor será que dejemos de vernos en los baños" Habría impuesto.
Pero no lo hice. Yo no hice tantas cosas, e hice tantas otras mal.
Nunca había hablado con Edgar sobre ello, porque decidimos que era un tema que habíamos solucionado y superado, pero el dolor que sentía ahora sólo lo comparaba a cuándo pasaba por los pasillos, sin meterme con nadie, y el grupo de sus amigos se reían de mí por cualquier cosa que se les viniese a la mente. Y yo le miraba, como, diciéndole con la mirada "¿No vas a decir nada"? y él me miraba, serio pidiendo un perdón silencioso y luego se echaba a reír con sus amigos chocando sus puños. Y yo me giraba rodando los ojos, aceptando la situación, bajando la cabeza y volviendo a caminar para meterme en el baño y echarme un poquito a llorar, porque eso estaba bien, porque eso era saludable mientras que oía a los otros reír.
Y él llamaba a la puerta cuando se les había pasado la risa, y soltaba siempre la misma oración "Perdón Nina, no volverá a pasar, lo prometo, a la siguiente intentaré frenarles". Y yo guardaba mi almuerzo, me limpiaba las lágrimas, quitaba el seguro y le dejaba pasar. Para que me besara y me hiciese sentir un poco mejor. Porque él así lo hacía. Y me sonreía, y me acariciaba las mejillas, y se sentaba en mi lado, y compartía su comida conmigo por unos cinco minutos en los que me volvía  a dejar sola y bajaba a la cafetería a comer, y a reírse de más gente con sus amigos. Y yo me quedaba ahí, encerrada, sin atreverme la gran cosa a bajar a cafetería y sin relacionarme con alguien si no era para algo técnico que ocupase conceptos contextuales de dentro de la clase. Y me arrepentía por abrirle, pero él volvía, después del recreo, me sonreía y me ablandaba. Cómo llevo haciendo año tras año.

No hay comentarios:

Publicar un comentario