Entró Abigail a la conversación, rio
tranquila- Por favor, me subestimáis, eso ya lo hice ayer- sonreímos las tres-
Recuérdame despedirle esta tarde, quiero aprovechar un poco más- comentó
mirándose a las uñas. - O simplemente despídele tú.
Alcé un papel - Primero tenemos a seis
personas que han estado haciendo las cosas mal- comenté mirando sus nombres
cuando la secretaria entró con una bandeja grande para dejarla en la mesa de
cristal, acercándose de más a la cara de Abigail y con los botones de su camisa
parcialmente desabrochados para darle una buena vista de sus atributos.
-Le quiero en cinco minutos en mi despacho- comentó
Abigail relamiéndose los labios y mirando su escote exageradamente. La chica
asintió avergonzada moviendo su culo al salir cómo le había pedido Abigail que
lo hiciese.
Cogió una tostada y un café - ¿Sexo mañanero?
¡Qué pereza!
-Cállate estúpida y da gracias a tus padres de
que te alistaron en el instituto al que íbamos nosotras y nos pudiste conocer - Carla asintió
riéndose y dándose cuenta de las palabras para luego untar mermelada en una
tostada.
-Llamaré a los de la lista- comenté.
-Genial, sexo, desayuno y espectáculo- comentó
una sonriente Abigail.
Pulsé el intercomunicador y cité los nombres
para luego escuchar un pequeño golpecito en la puerta y dejar paso a un hombre
cabizbajo -¿Me llamaba señorita Gapetti?
-¿Están los estúpidos de tus compañeros detrás
tuya?- pregunté dando un sorbo a mi café asintió -Pídeles que pasen.
Se formó una fila de cuatro hombres y dos
mujeres en mi oficina mientras yo preparaba bien mi voz, carraspeé pegué u trago a mi café y me puse
en pie - ¿SE PUEDE SABER QUIÉN FUE EL QUE LES ENSEÑO A HACER CUENTAS?, ¿UNA
PANDA DE MONOS? VUESTROS ERRORES FINANCIEROS NOS HAN HECHO PERDER DINERO- grité
mientras Abigail intentaba contener la risa. Cogí uno de los curriculum encima
de la mesa y leí en alto - LICENCIADO EN ESTADÍSTICA E INVESTIGACIÓN OPERATIVA-
tiré la carpeta al suelo y proseguí- LICENCIADA EN CIENCIAS DE LA COMPUTACIÓN E
INTELIGENCIA ARTIFICIAL- se lo lancé a la cara a una de las mujeres -¿PARA QUÉ?
¿PARA QUE NO SEPÁIS NI HACER UNA CUENTA BIEN? ¡Y DE SEIS PERSONAS QUE NINGUNO
SEPA CORREGIR EL ERROR DE OTRA! ¡CONSIDERÉNSE DESPEDIDOS! ¡FUERA DE MI OFICINA!
¡YA!- Algunos lloraban, otros agachaban la cabeza, pero al final todos
abandonaron mi sala.
No hay comentarios:
Publicar un comentario