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domingo, 25 de octubre de 2015

Página 534.

-A ti todo lo que tiene pene no te cae bien Abi- le corregí.
-Tienes razón, pero el raripene menos- se encogió de hombros- Era tan gilipollas- se llevó las manos a la cabeza- ¡Y tú estuviste con él por tanto tiempo!, ¡Y te quitó tanto dinero!, Estoy rogando a dios por que dentro de un mes me le encuentre en la esquina de la avenida vendiendo perritos calientes- la mujer trajo el café acobardada por nuestra presencia, cómo muchas personas de esta ciudad sabiendo nuestra posición económica y con miedo de que con un abrir y cerrar los ojos cerrásemos su local le di las gracias educadamente sintiéndome aún bien por ser mi cumpleaños, a pesar de los comentarios de la que tenía al lado.
-Verle vendiendo perritos calientes sería honrado Abi, cada vez que paso por el puesto de ese señor y estoy de ánimos le dejo 20$, Edgar debería trabajar limpiando el suelo de la autopista con la lengua- comenté.
-¡Qué razón buena amiga, ahora recuerdo por qué somos socias!- rodé los ojos y bebí del café que me ayudaría a superar a las dos estúpidas de mi lado- Oh, casi se me olvida, ¡Felicidades ex novia del raripene!- besó mi mejilla y me aparté con asco. Dios sabe las chicas que habían pasado ya por esa boca -Tenemos tu regalo, me ha costado un ojo de la cara pero te aseguro que es lo mejor que verás en tu vida, hoy a las seis amiga- me recordó e intentó hablar hasta que vio entrar a una chica, medianamente guapa, agarrada de la mano de seguramente su pareja- ¿Me disculpáis?- comentó, más sin pedir permiso, saliendo del sitio y ofreciéndose a la chica amablemente.
-¿Demasiado pronto como para romper una pareja no crees?- preguntó Carla mirando su reloj y asentí.
-Le gusta hacer daño a la gente desde por la mañana- me encogí de hombros viendo como Abigail manejaba a la perfección la situación y de un sólo gesto el chico se alejaba, todavía sin saber lo que tenía planeado, al mostrador. Abigail no perdió un segundo porque en el momento que el amable chico se giró, le comentó cuatro palabras a la chica y se la llevó de la mano al baño. - Y otra más- repuse como si nada perdiendo ya la cuenta de las mujeres que habían pasado por sus manos.

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