-Bueno, entonces soy el único que lleva
sabiendo de tu existencia por mucho tiempo.
-¿Eres un psicópata?, ¿Me has visto
cambiarme?- dije poniendo mala cara.
-No, no te cambias en el armario, nunca te he
visto hacerlo- comentó entre risas y rodé los ojos.
-¿Cómo te llamas?- pregunté sentándome agotada
por todo .
Se tomó su tiempo en responder -Romeo- dijo al
final.
-Ja , ja- dije sarcásticamente -Enserio, ¿cómo
te llamas?
-Romeo- repitió.
-Sí, claro, hablamos por la ventana, y justo
de llamas Romeo, muy bien, yo Julieta- dije ya enfadada con el tipo ese.
-No, tú Nina, yo Romeo- repitió y rodé los
ojos.
-¿Y qué vas a hacer, recitarme poesía?- dije
irónicamente mirando a la cortina cerrada. - Espera, ¿cómo sabes tu nombre?
-Lo gritan mucho tu familia- rodé los ojos,
tenía razón sí.
-En fin, Romeo, Julieto, Rogelio o cómo coño
te llames, voy a dejar este armario y voy a cerrar la puerta para no abrirla
nunca, porque ni si quiera sé la edad que tienes o si estás loco de la cabeza-
dije con la sinceridad por delante.
-Soy Romeo, tengo dieciocho años y no vas a
dejar de entrar en el armario como cada mañana a las siete y cincuenta cinco,
perdona que te diga esto…pero no estoy loco es más, eres tú la que te has
puesto a hablar con un jersey.
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