Habíamos acordado mi hermana y yo que me
quedaría sin ir a clases por lo menos esta semana, y a la espera de ver cómo me
encontraría a la siguiente.
El doctor recomendó reposo absoluto.
Así que he aquí el motivo por el cual acabo de
despertarme a las cuatro y media de la tarde. Abrí los ojos de a poco, por casa
todo estaba calmado, eso parecía.
-¿Agata? - llamé en voz alta y no tardó mucho
en aparecer. -¿Cuánto he dormido? - bostecé -Creo que ayer me acosté como a las
diez- dije confusa y empecé a contar - Dieciséis horas y media- eso era un
record para mí -Más de la mitad del día.
-Ayer te puse un calmante en el zumo- confesó
y abrí bien los ojos - Lo siento, creí que era lo correcto... Pero básicamente
te ha dejado muerta- negó y miró el despertador de la mesilla -He estado
subiendo cada media hora para ver si estabas bien, o si seguías respirando,
porque al pasar las doce horas en la que dormías como un tronco ya me he
preocupado.
-¿No fuiste a trabajar? - fruncí el cejo.
-Tú hermano Ulisse está cubriendo mi turno,
dijo que él no sabría cómo cuidarte y que yo sí- posó el dorso de su mano en mi
frente -Tienes fiebre, llevas horas con ella.
-No debe ser fiebre, llevo aquí más de
dieciséis horas con las mantas por encima y la calefacción... sólo estoy
calentita- sonrió y se tumbó al lado de mi cama, levanté mis mantas y le dejé
espacio para volver a bostezar.
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