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martes, 3 de noviembre de 2015

Capítulo Cuarenta Y Tres. Nieve y Sangre. Página 607.

Habíamos acordado mi hermana y yo que me quedaría sin ir a clases por lo menos esta semana, y a la espera de ver cómo me encontraría a la siguiente.
El doctor recomendó reposo absoluto.
Así que he aquí el motivo por el cual acabo de despertarme a las cuatro y media de la tarde. Abrí los ojos de a poco, por casa todo estaba calmado, eso parecía.
-¿Agata? - llamé en voz alta y no tardó mucho en aparecer. -¿Cuánto he dormido? - bostecé -Creo que ayer me acosté como a las diez- dije confusa y empecé a contar - Dieciséis horas y media- eso era un record para mí -Más de la mitad del día.
-Ayer te puse un calmante en el zumo- confesó y abrí bien los ojos - Lo siento, creí que era lo correcto... Pero básicamente te ha dejado muerta- negó y miró el despertador de la mesilla -He estado subiendo cada media hora para ver si estabas bien, o si seguías respirando, porque al pasar las doce horas en la que dormías como un tronco ya me he preocupado.
-¿No fuiste a trabajar? - fruncí el cejo.
-Tú hermano Ulisse está cubriendo mi turno, dijo que él no sabría cómo cuidarte y que yo sí- posó el dorso de su mano en mi frente -Tienes fiebre, llevas horas con ella.

-No debe ser fiebre, llevo aquí más de dieciséis horas con las mantas por encima y la calefacción... sólo estoy calentita- sonrió y se tumbó al lado de mi cama, levanté mis mantas y le dejé espacio para volver a bostezar.

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