-Y me quedaría, y nos quedaríamos- se incorporó
conmigo a la vez y me limpié algo de nieve de las mejillas que había quedado después
de estar tumbada por un largo tiempo - Pero temo por ti, tus labios han pasado
de morados a azules, no creo que te esté circulando bien la sangre- dijo
mirándome - Se están agrietando y tus heridas están abriéndose de nuevo- tocó
mis mejillas que estaban cubiertas de rasguños.
-No se sentía tan frío- comenté.
-Cuando hablas de algo que de verdad quieres
hablar, y te enfrascas tanto en esa conversación, todo lo demás pierde
importancia para tu cerebro- comentó poniéndose en pie buscando con la mirada-
¿Y tus muletas?- se tocó la frente - No sé cuánto tiempo llevamos aquí, pero es
el suficiente como para que hayan quedado enterradas por una fina capa de
nieve.
Me arrastré recordando más o menos dónde
estaba y tanteé con mis manos hasta encontrarlas. Él sonrió y me puso en pie
ayudándome -¿Sabes?- dije intentando que mis músculos calentaran moviendo los
brazos para que la sangre fluyese correctamente - Se siente más cálida la nieve
que el agua. Ya sé- le corté - La nieve está más fría que el agua, pero cuando
te tiras sobre ella no sientes tanto frío como cuando entras al agua de allá
abajo- comenté señalando con la cabeza.
-Te doy la razón, misterios del universo- se
encogió de hombros - Pero ahora, lo que de verdad me interesa, es que
recuperemos la temperatura corporal, porque realmente pareces un peluche giré
los ojos y bajó un poco más mi gorro
-
Gracias- dije sacándomelo de casi los ojos y dejándolo por encima de mis cejas,
para verle sonreír.
-Me alegro que me hayas contado todo esto
Nina- comentó de bajada.-
-Hmmm- dije concentrada en no caerme rodando
por la pendiente, era lo que me faltaba ya. No sé para qué hable. Porque ese
fue el empujón que necesitaba para caerme de culo y bajar algunos metros
arrastrándome con él.
No hay comentarios:
Publicar un comentario