-¿Estás bien?- preguntó bajando rápido a mi
altura y colocándome en pie.
Me reí- Sólo me rompí el culo, creo - comenté
quitándome algunas hojas que quedaban en él -Estoy bien Ercole- dije cuando le
miré y estaba de verdad preocupado -Me conoces, me caigo hasta con un granito
de arena de por medio, o sin arena, con mis propios pies- le pegué
juguetonamente en el hombro y acabó por sonreír- Deja de preocuparte tanto por
mí y sólo ríete porque me he raspado todo el culo -sonrió y mordí mi lengua
entre mis dientes para que luego él riese tranquilo sin miedo a que me
ofendiera.
-Has recuperado el color de tus labios- los
repasó con su pulgar.
-Sería por la presión arterial- le mordí el
dedo y él sonrió para abrazarme de improvisto - ¿Falta de cariño, Ercole?
- me burlé de él.
-Sólo abrázame - reí y rodeé su cintura
mientras me balanceaba débilmente de un lado a otro.
-¿Qué hora crees que será?- acaricié el suave
pelo de su nuca, mientras se apartaba muy despacio y cogía un mechón de mi pelo
para enredarlo en sus manos pálidas.
-No puede ser más de la una de la tarde- miró
al cielo - Llegamos de madrugada- me sonrió y me acarició la mejilla con la
punta de la nariz. -¿Podría una chica tan maravillosa como tú acompañarme hasta
la orilla del río para leerme un poco de poesía? - fruncí las cejas mientras él
acariciaba mi otra mejilla con su dedo pulgar haciendo círculos - Vamos,
hermanita, he visto esos libros en tu bolsa- comentó en voz baja.
Parpadeé un par de veces -Sería todo un honor-
dije finalmente. Sonrió y se apartó despacio de mi lado para indicarme con el
brazo que bajase con cuidado.
Poco a poco nos asentamos al pie del agua -Son
citas, no poesía- comenté y él sonrió ampliamente.
-La escucharé igual- dijo cerrando los ojos,
sentándose y apoyando su peso en sus manos.
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