Aparté la mirada rápido, volví la vista al
frente y saludé a mi hermano - ¿Qué tal?
-Al final llegamos a un acuerdo- me aseguró.
Alcé las cejas dudando su respuesta y él rodó
los ojos, negó y se echó a reír - Hey, amigo- dijo dándose la vuelta - Estoy
seguro de que estarás encantado de llevarnos hasta nuestra cabaña, ¿verdad? -
dijo mi hermano con suficiencia.
El hombre frunció el cejo, se puso en pie,
limpió sus vaqueros, y con orgullo salió de la hacienda caminando, vi dejar
cabaña por cabaña atrás, había una fila bastante desigual, los ruidos que
salieron por las que pasé no fueron para nada agradables. El hombre llegó a la
nuestra, abrió quitándole la llave de mala gana a mi hermano y nos dejó ver -
Pensé que habíamos quedado en camas separadas - dijo mi hermano girándose hacia
él.
-No, ni han cambiado las sábanas- dijo el
hombre claramente enfadado - Adiós, monada- me guiñó el ojo de nuevo y mi
hermano fue derecho a salir por la puerta cuando cerró para arreglar de nuevo
cuentas.
Puse mi mano en su pecho frenándole - Ercole,
da igual, déjalo ya- miré a su mandíbula tensa y él asintió despacio - Vamos,
podemos intentar averiguar la de camioneros salidos que han pasado por estar
paredes.
Miré a mi alrededor, las paredes eran de
madera, y el suelo de piedra frío, había una cama, un sofá, una alfombra y una
chimenea, sin más
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